¿Qué decir de la franquicia ( se puede llamar así, ¿no?) de Bioshock que no se haya dicho ya? Es una de las mejores, -y más criticadas- sagas (para bien o para mal) de los videojuegos en los últimos
años, y sin embargo, eso no ha impedido que la compañía responsable de que este
título viera la luz acabara cerrando.
Hablar de Bioshock es hablar de lo mejor de los videojuegos.
Puede que parezca que no es más que un juego de acción en primera persona, pero
cuando empezamos a jugarlo, nos damos cuenta de que Irrational ha sido capaz de
imaginar cómo sería el futuro, si los grandes acontecimientos históricos se
hubieran visto de otra forma. Cuando digo esto no estoy comparándolo con Wolfenstein
(juego clásico que consiste en matar nazis, y al final, al mismísimo Hitler, y
del que hace poco se sacó una nueva adaptación). Ni mucho menos, ya que sendos
juegos son muy distintos y tienen muy poco que ver el uno con el otro.
La saga Bioshock, de la que de momento han salido tres
entregas (si no contamos los DLCs, aunque por lo menos el de Panteón marino
debería incluirse como otro juego aparte más), representaron en su momento (e
incluso ahora) un gran avance en el mundo de los videojuegos. A mí
personalmente, que no me gustan mucho los juegos de disparos (sí, aunque no lo
parezca, no soy muy fan de los shooters. Es más, todos los que he jugado y que
ahora recomiendo, los probé bien porque me “obligaron” a jugarlos después de vendérmelos
muy bien, o porque las críticas, videos, etc. Sobre esos juegos me llevaron a
probar la demo; o a probarlos en tienda), esta trilogía me vuelve loco, porque
es muy difícil sacarle pegas. Vale que empecé con Bioshock Infinite, porque los
otros dos estaban agotados en formato físico (lo de formato físico es para
referirme a que cuando vas a la tienda no tienen el juego en disco con su caja
y manual, y lo he usado para distinguirlo del formato digital que es
descargarte el juego a tu consola tras su correspondiente pago; que siempre hay
algún tiquismiquis que si no lo hubiera dicho empezaría: “¿Cómo agotado? Si es
imposible que se agote una descarga”. Pues a mí no me gusta descargar juegos. Prefiero
tenerlos en su caja, que así no se me llena la memoria de la consola.), y vale
que a lo mejor por eso me cuesta tanto aceptar que se diga que este último es
malo en comparación con los anteriores. Pero es que no es peor. Es una historia
distinta. Se le suele criticar sobre todo porque pasa de la claustrofobia que
sentía el jugador en la ciudad sumergida de Rapture, a la agorafobia que se
siente en Columbia; una ciudad que se encuentra formada por islas que flotan
sobre las nubes.
Puede parecer que son historias que no tienen nada que ver
una con la otra, pero cuando descubres la trama en ambos juegos (vamos a
suponer que Bioshock y Bioshock 2
pertenecen a un mismo juego porque al fin y al cabo ambos suceden casi al mismo
tiempo y en el mismo lugar), te das cuenta de que están íntimamente conectados.
Otro aspecto que he oído mucho criticar, es que en Bioshock
Infinite el protagonista no sea ningún extraño o desconocido como ocurría en las
primeras entregas, en las que solo conocíamos al protagonista por sus “manos”,
sino que al hablar e interactuar con otros personajes, y encima de forma automática
(sí, hombre, que no sale lo típico de que te caes y pone “pulsa A para
agarrarte” y esas cosas. Solo tienes un par de acciones para realizar, y
tampoco suponen nada para la partida).
Pero dejando esos aspectos a un lado, es increíble lo bien
que han “envejecido” estos juegos, que si te pusieras a jugarlos hoy mismo te
daría la sensación de que son juegos que han salido hace nada, y eso que el
primer Bioshock es del 2007. Además, que es muy fácil criticar y decir eso de
que las segundas partes no son buenas (sí, con segundas partes me refiero a
Infinite. He vuelto a juntar el primer Bioshock con el segundo), pero lo que
ocurre es que nadie se ha parado a pensar que para los primeros se buscaba dar
protagonismo a Rapture por encima de los personajes, mientras que con el último
se buscaba dotar a los personajes de más realismo y emotividad, y he de decir
que en ambos casos lo consiguieron.
Bioshock no es solo un juego (tres en realidad), sino una
especie de experimento sociopolítico que hace replantearse muchas cosas, ya sea
la moral-libertad en el primero o la religión-pureza en el segundo, junto con
las ideologías en ambos. Para aquellos que se encuentren un poco perdidos con
los juegos, debería aclarar que el primero se centra en los plásmidos,
abarcando con ellos la ciencia, las capacidades latentes en el ser humano, el
mercado y el poder; mientras que el segundo se centra en los portales
dimensionales (lo que viene a ser poder visitar otras dimensiones), abarcando
con ello la religión, la pureza de la raza, la diferencia y lucha de clases, y
la colonización de aquellos que están “equivocados”.
En fin que los tres juegos tienen mucho para ser analizados
tanto sociológica como política y como narrativamente. Pero no nos olvidemos de
que son videojuegos, que ni de lejos están definiendo la realidad. ¿O sí?
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